Categorías: CÉSAR MIGUEL RONDÓN

La Iglesia venezolana y la verdad

En su editorial del 12 de agosto, César Miguel Rondón destaca que La Conferencia Episcopal Venezolana ha sido de las instituciones que de manera más firme y contundente ha estado respaldando la lucha por la recuperación de la democracia en Venezuela. Ayer martes, José Luis Azuaje Ayala, Arzobispo de Maracaibo, Presidente de la CEV, Mario Moronta Rodríguez,Obispo de San Cristóbal , Raúl Biord Castillo Obispo de La Guaira, José Trinidad Fernández Angulo, Obispo Auxiliar de Caracas; Baltazar Cardenal Porras C. , Arzobispo de Mérida y Jorge Cardenal Urosa S., Arzobispo Emérito de Caracas, firmaron en nombre de la Conferencia Episcopal venezolana de la cual son sus representantes un documento que no puede leerse de manera superficial ni maniquea.

Luego el presentador cita el documento de la CEV: «Nuestro pueblo tiene una gran vocación democrática, por lo que asume en su normalidad ciudadana la vía electoral como la manera pacífica y racional de establecer una ruta política consensuada e inclusiva para resolver los ingentes problemas que le afectan; esta convicción nos lleva a descartar cualquier salida fuera de la institucionalidad constitucional. Para ello, es necesario celebrar elecciones libres, justas e imparciales con participación de todos los partidos y movimientos políticos, y con un basamento ético que respete el voto ciudadano según está previsto en la Constitución y las normas electorales».

En este primer párrafo, la Conferencia limita su respaldo y accionar en las normas constitucionales y deja claro que no respaldarán ninguna salida fuera de la institucionalidad constitucional.

Prosigue el documento:

«En este momento histórico de Venezuela, están convocadas para el próximo mes de diciembre las elecciones parlamentarias. Somos conscientes de las irregularidades que se han cometido hasta ahora en el proceso de convocatoria y preparación de este evento electoral: desde la designación de los directivos del Consejo Nacional Electoral, la confiscación de algunos partidos políticos, inhabilitación de candidatos, amenazas, persecuciones y encarcelamiento de algunos dirigentes políticos, el cambio del número de diputados y de circunscripciones electorales. Resulta inmoral cualquier maniobra que obstaculice la solución política y social de los verdaderos problemas presentes en el país. Ante esto, un grupo importante de líderes y de partidos políticos ha expresado su voluntad de no participar en las elecciones parlamentarias. Esto no basta, deben asumir la responsabilidad de buscar salidas y generar propuestas para el pueblo que durante años han creído en ellos, pues la sola abstención hará crecer la fractura político-social en el país y la desesperanza ante el futuro. Esta decisión de abstenerse priva a los ciudadanos venezolanos del instrumento válido para defender sus derechos en la Asamblea Nacional».

Como vemos los obispos admiten las irregularidades y dificultades del próximo proceso electoral, pero señalan algo verdaderamente relevante. Que no basta con no participar y prosiguen:

«No participar en las elecciones parlamentarias y el llamado a la abstención lleva a la inmovilización, al abandono de la acción política y a renunciar a mostrar las propias fuerzas. Algo semejante pasó en diciembre de 2005, y no tuvo ningún resultado positivo. A pesar de las irregularidades, la participación masiva del pueblo es necesaria y podrá vencer los intentos totalitarios y el ventajismo de parte del gobierno».

No se puede comparar el 2005 con este 2020, pues ciertamente no se está frente al mismo escenario, pero las consecuencias que se obtuvieron entonces podrían obtenerse ahora. ¿Alguien ha pensado en el después? Decir que no se va a participar, que no se medirán las fuerzas de un pueblo hastiado y que se llama a la abstención como lo dijeron los 27 partidos, debería venir acompañado de una acción, de la explicación de qué vamos a hacer con ese «después» y con esa fuerza que no se mostró.

Cierra el documento advirtiendo a los partidos el dejar a un lado sus propios intereses para promover el bien común y el servicio a todo el pueblo venezolano. Y entonces nos preguntamos, ¿Por qué puede alguien reaccionar tan agresivamente o sentirse aludido cuando la Iglesia advierte que no puede ponerse al lado de salidas no constitucionales y pide centrarse en el interés del pueblo y no el personal? Para entender de dónde vienen los ataques a la Iglesia, es mejor preguntarse : ¿Qué argumento político destruye, acaso, este documento?

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