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El artículo «La desigualdad en América Latina amenaza la gobernabilidad» de Adriana Arreaza Coll, Directora de Estudios Macroeconómicos del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), destaca el impacto negativo de la distribución desigual de la riqueza y las oportunidades en la región sobre la estabilidad y la buena gobernabilidad. En términos de métricas de desigualdad, como el coeficiente de Gini, América Latina está constantemente rezagada con respecto al resto del mundo, con el 50% más pobre de la población ganando solo el 10% del ingreso total, mientras que el 10% más rico gana el 55%, según el Informe sobre la Desigualdad en el Mundo.
El último informe del Banco de Desarrollo CAF, «RED 2022: Inequidades heredadas», arroja luz sobre cómo se perpetúa la desigualdad. Mejorar la movilidad social es esencial para reducir la desigualdad, pero la alta desigualdad obstaculiza la movilidad social. El informe muestra que en América Latina y el Caribe, las oportunidades de acumulación de capital humano, acumulación de activos y oportunidades laborales están sesgadas hacia las familias ricas. Cuando sus perspectivas futuras están determinadas principalmente por los antecedentes familiares en lugar del mérito individual, se crea una situación similar a la lotería que afecta la asignación de talentos, el crecimiento, la cohesión social y la estabilidad política.
Las políticas sociales no han logrado superar esta realidad, a pesar de algunos avances. Aunque los años de escolaridad han aumentado, lo que ha llevado a que muchos niños superen los logros educativos de sus padres, la brecha en la educación permanece prácticamente sin cambios. Solo uno de cada diez hijos de padres sin educación universitaria obtiene un título universitario, en comparación con casi el 50% de los hijos de padres con educación universitaria. La pandemia empeoró aún más esta disparidad.
Del mismo modo, las oportunidades del mercado laboral no han mejorado para las generaciones más jóvenes. Los hijos de padres empleados en trabajos altamente calificados tienen seis veces más probabilidades de obtener dicho empleo que los hijos de trabajadores poco calificados. Esta perpetuación de la desigualdad se debe a las redes familiares, la discriminación y la limitada movilidad en el mercado laboral.
Las disparidades de ingresos también se perpetúan por la concentración de la riqueza en América Latina y el Caribe, que persiste en gran medida de generación en generación. El informe identifica mecanismos como la composición de activos, las brechas de inclusión financiera y la mayor vulnerabilidad de los activos de los hogares desfavorecidos como factores que vinculan la calidad y cantidad de los activos acumulados por los padres con los de sus hijos. Esto perpetúa la desigualdad y dificulta que los hogares desfavorecidos adquieran activos, en particular frente a crisis económicas y climáticas.
Romper el ciclo de baja movilidad social y desigualdad es un imperativo humanitario y económico, ya que la desigualdad perjudica la asignación eficiente de talento, limita la eficiencia y el crecimiento, y genera malestar social y político. Abordar la desigualdad es necesario para el crecimiento y la estabilidad, y requiere un consenso social para impulsar las reformas necesarias.
