La segunda mitad del siglo XX representó para Caracas un impulso como la ciudad más moderna de América Latina. Y es que en eso sí hubo continuidad. Desde la visión en concreto y cemento de modernidad que tenía el dictador Marcos Pérez Jiménez hasta el impulso de obras públicas que se continuó en democracia, hicieron de la ciudad capital venezolana un paisaje de autopistas y altos edificios que desafiaban el cielo y la velocidad de los vehículos que corrían por esas vías.
Llegó el siglo XXI y todo pareciera haber quedado paralizado en la geografía urbana. Bueno, eso en el mejor de los casos, porque el deterioro y el olvido son parte de la visual que se tiene en muchas esquinas de la ciudad.
Sin embargo, hay algo que permanece inerte y que el que pasa o vive en Caracas se le queda en la memoria: el imponente cerro El Ávila.
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