Para el 2022, el mundo aprenderá a vivir rodeado del nuevo coronavirus y sus muchas variantes que se mueven por todo el mundo. Empleados de regreso a sus oficinas, niños en las escuelas, jóvenes a las universidades, teatros, conciertos y eventos deportivos se presentan frente a un público en vivo. En muchos lugares ya no será necesario llevar mascarilla para permanecer dentro de una tienda o restaurante.
Irene Bosch, bióloga egresada de la UCV con postgrado en la Universidad de Harvard, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“La situación que tenemos en 2021 es que la variante delta ha tomado el papel protagónico del COVID-19. Es una cepa más infecciosa que las anteriores. Por otra parte, las vacunas si están funcionando como deberían, pero la penetración de vacunas no ha sido la ideal. Hay una serie de corrientes de desinformación y agresión científica, que han bloqueado la vacunación ideal”, dijo Bosch.
Para la bióloga, agresión científica son varios reportes de otros científicos con el objetivo de desinformar. “Esto se ha convertido en una agresión porque hacen hincapié en las corrientes para silenciar el proceso de protección a la población. La comunidad científica ha dicho que hay que usar mascarillas y vacunarse para no seguir creando nuevas cepas más agresivas que la delta”.
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Bosch afirmó que la agresión científica se produce por una “desinformación activa”. “Como científica me siento frustrada y triste. Hay que pasar a otra fase para convertirnos en informantes activos”, apuntó.
En cuanto a las personas antivacunas, son movidas por una desinformación. “La gran mayoría de las vacunas no tienen ningún efecto secundario peligroso para la salud”, agregó.
La experta resaltó que si no se cambia la actitud ante el COVID-19, el virus se mantendrá por muchos años. “Podría durar el doble de tiempo de lo que debería durar. Para el 2022 el COVID-19 se mantendrá. Si no nos vacunamos masivamente, tendremos un COVID-19 más infeccioso y con mayor mortalidad”, puntualizó.