Según el Índice de Percepción de la Corrupción 2019, Venezuela ocupaba el puesto número cinco entre América y el mundo como el país más corrupto.
La nación sudamericana obtuvo la penosa puntuación de 16 sobre 100 en la lucha contra la corrupción, mientras que el promedio general del continente para aquel momento fue de 43 puntos.
El estudio, en el que se analizó cómo expertos y empresarios de 180 países y territorios percibían la corrupción en el sector público, revela que la mayoría de los países mostró poca o ninguna mejoría en la lucha contra la corrupción.
Mercedes De Freitas, directora ejecutiva y fundadora de Transparencia Venezuela, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
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“Llegamos a ese nivel de corrupción, porque desde 2003 se construyó en forma sistemática un patrón de gran corrupción. No solamente asquean los números que son inimaginables, también asquea porque en la gran corrupción participan los altos niveles del poder, tiene un alcance internacional, es una red que alcanza hasta 71 países, e impacta la vida de todos los venezolanos de una manera brutal. Estamos hablando de un país que si hay internet tenemos que agradecer y si tenemos gasolina es un privilegio. El drama de la emergencia humanitaria es grave, porque la desnutrición infantil sigue avanzando”, dijo De Freitas.
Para la experta, el patrón de gran corrupción se produjo porque el gobierno tomó el monopolio de toda la vida económica del país.
“Eso se hizo a través del control de cambio, de precios, las expropiaciones de empresas y el secuestro de la justicia. En Venezuela estamos indefensos porque no hay quien defienda a los venezolanos, la ley cambia según la persona”, agregó.
De Freitas afirmó que la corrupción en Venezuela destruyó al empleo de calidad.
“Los sindicatos dejaron de cumplir su labor, el Estado es el mayor empleador, la empresa privada se vino abajo, todo eso sucedió porque para los privilegiados allegados al gobierno era más lucrativo importar que producir. Importaban a través de Cadivi y no hacía falta distribuir la comida, lo importante era obtener las divisas de Cadivi y por eso llenaron los puertos de comida podrida. También gastaron el dinero de los venezolanos en los servicios de agua, luz, y transporte. Ese dinero que iba para esos programas llegaron a bolsillos privados que hoy en día se están investigando”, explicó.
El estimado de todo el dinero robado de las arcas públicas asciende a 56.000 millones de dólares.
“Eso es solo en los caso que tenemos acceso. Sin embargo, estaremos publicando una nueva versión del estudio y llegamos a 314 casos. Los números son espeluznantes, pero esto es la punta del iceberg”, puntualizó.
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