Una mujer fue violada en un tren de cercanías en los suburbios de la ciudad estadounidense de Filadelfia (Pensilvania), en presencia de otros pasajeros que no hicieron nada para evitar la agresión sexual.
El presunto violador, identificado por la policía como Fiston Ngoy, de 35 años, fue detenido en la siguiente estación, mientras que la mujer fue llevada al hospital.
Uno de los empleados de la Autoridad de Transporte del Sureste de Pensilvania (SEPA, por sus siglas en inglés) llamó a la policía al percibir que «algo no iba bien» en el vagón del tren, según explicó Timothy Bernhardt, superintendente del Departamento de Policía del municipio cercano de Upper Darby.
El ataque sexual ocurrió mientras el resto de pasajeros permanecían parados y «no hicieron nada», según las investigaciones llevadas a cabo, que incluyen la visualización de las cámaras de seguridad.
Rómulo Aponte, psiquiatra y sexólogo, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Haciendo reflexiones sobre este hecho insólito, lo primer que he pensado es en la cobardía, que puede tener una base biológica en el cerebro porque los seres humanos tenemos el circuito neural del miedo. Cuando estamos sometidos a una amenaza o a un peligro, se activan unas conductas en el cerebro que se llaman evitativas. Es decir, evitamos el miedo y el peligro que hace que la persona se paralice y caiga en una condición de estupor. Esto podría explicar por qué muchas personas no intervinieron para apoyar y salvar a la mujer”, dijo el psiquiatra.
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Otra explicación que pudiera dilucidar el comportamiento de las personas ante este hecho, es el sadismo.
“Hay personas que sienten placer infringiendo daño o viendo como se le hace daño a otras personas. Los sádicos no solo estaban en el tren de Filadelfia, también están en muchas instancias de la vida pública, incluso en posiciones de poder. Estas personas sienten placer del disfrute sádico. Por ejemplo, se puede bailar desde una terraza, cuando se ve como la policía violenta y abusa de manifestantes indefensos”, agregó Aponte.
Lo que se pudo observar por las cámaras de seguridad del tren fue sadismo puro. Las personas no tuvieron temor de actuar, pero actuaron grabando el hecho. Es decir, fueron cómplices del abuso a la mujer.
“Hay personas sufren el trastorno de la personalidad, que sufren una psiquis mal estructurada y entre ellos están los psicópatas que son deshonestos, irresponsables, disfrutan del abuso de otras personas. En este caso puede ser la explotación sexual de otro para tener placer propio. Un 20% que anda en la calle puede tener trastornos de personalidad, y la mitad de las personas que asisten a nuestras consultas tienen trastornos de personalidad”, explicó el experto.
El especialista comentó que este tipo de personas disfrutan de sus trastornos.
“El psicópata disfruta de su psicopatía. El sádico disfruta del daño que hace a otras personas. No hay autocritica y carecen de empatía. Otro aspecto es el voyerismo, que es una desviación sexual que consiste en excitarse y disfrutar ver a otras personas desnudas o teniendo sexo. En ese tren pudo haber habido varios voyeristas”, agregó.
Esta escena deja mucho a la reflexión y una de las más importantes, es que la sociedad está llena de sádicos y perturbados mentales.
“Además de esas especies de enfermos mentales que nos rodean, llama la atención de cuánta empatía han perdido los seres humanos. Muestra como nos hemos desconectado del sufrimiento ajeno y cada día hay más personas egoístas e individuales. Hay una descomposición del ser humano”, puntualizó.
