Tras más de cuatro meses de intensos combates, Rusia consiguió una victoria clave, ya que consiguió pleno control sobre una de las dos provincias del corazón industrial en el este de Ucrania. Pero el triunfo de Moscú sobre el último baluarte de resistencia ucraniana en la provincia de Luhansk tuvo un alto precio en tiempo, en costo y en vidas.
La cuestión clave ahora es si Rusia puede reunir fuerza suficiente para una nueva ofensiva que complete su toma del Donbás y le permita avanzar en otros puntos de Ucrania.
Pablo Simón, politólogo y Profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Lo que estamos viendo es un equilibrio de fuerzas. Por un lado el ejército de Ucrania está fuertemente armado y apertrechado por las fuerzas de la OTAN, y del otro lado está el ejército ruso, el cual no ha llegado a la movilización total de todos sus efectivos. Tras la primera fase de la ofensiva rusa, la cual englobaba a todo el país y supuso la toma de Kiev, se han reconducido los objetivos estratégicos y colocaron toda la presión ofensiva en la parte este del país. Concretamente en el Luhanks, en aquellas provincias limítrofes que estaban en disputa entre los dos países”, dijo Simón.
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El experto afirmó que en estos momentos hay un equilibrio de fuerza entre los dos contendientes.
“Ninguno de ellos es totalmente poderoso para imponerse en un contexto de guerra total al otro, no puede provocarse la capitulación definitiva y por lo tanto vamos hacia una prolongación del conflicto durante las próximas semanas o meses”, apuntó.
Para el especialista, Rusia no ha usado la totalidad de su poderío militar, por consideraciones internas de Vladimir Putin.
“Una movilización total desde la perspectiva rusa, significaría mayor desgaste económica, porque supondría que la totalidad de los efectivos rusos se desplieguen sobre el terreno, y también irían en contra de la campaña de propaganda del Kremilin, que indica que el conflicto bélico es una suerte de operación militar antiterrorista. En el momento que se pase a la movilización total, supondría también llamar a los jóvenes rusos y esto también señalaría a la opinión pública de ese país, que este conflicto no es algo localizado”, explicó.
El foco comienza a estar en la situación interna del gobierno ruso. Se dice que Putin ha procedido a realizar una especie de purgas, comparadas con las que hizo Stalin en su momento.
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“Lo que sabemos es muy limitado, porque todo está filtrado por medios de comunicación. Sabemos que hay restricción del periodismo en el terreno. No obstante, es evidente que el presidencialismo y el sistema autoritario ruso, está enfocado en mantener la cohesión dentro de la coalición que le da apoyo a Putin. Cuando se comienza a extender el disenso, Putin es consciente que eso puede generar una suerte de movimiento en cascada. Para tratar de desactivarlos se tiene que mover de una manera más rápida. Hay una parte del gobierno ruso, que no está viendo con buenos ojos la continuidad del conflicto”, añadió.
En cuanto a la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN, el analista señaló que hay que destacar que ya existía un pacto de mutua defensa entre Suecia y Finlandia, pero si aumenta la tensión con Rusia.
“El mar Báltico pasa a ser un mar interno dentro de la OTAN, porque la mayoría de los países están siendo parte de esta alianza”, enfatizó.
Finalmente, Simón destacó que para desbloquear el estancamiento de la guerra, podría darse con un movimiento de actores internacionales que puedan ser capaces de sentar a ambos países en una mesa de negociación.
“La Unión Europea no puede jugar ese papel porque ha tomado partido por Ucrania, pero otros actores como Israel, India o China, podrían intentar obligar a Rusia a negociar, mientras que Putin readecúa sus objetivos y se conforma con una guerra de desgaste y de trincheras para obligar a Ucrania a renunciar a esa parte del país. Un tercer escenario es que los aliados europeos retiraran el apoyo a Ucrania para obligarla sentarse en la mesa”, puntualizó.
