Caracas, 29 de julio de 1967. Ocho y cinco de la noche. Mucha gente frente al televisor en blanco y negro viendo un concurso de belleza.
La ciudad capital fue sacudida por un terremoto de 6.7 en la escala de Ritcher. El personal del Observatorio Cajigal no pudo precisar exactamente ni el epicentro, ni la magnitud del terremoto porque al sismógrafo pendular se le rompieron los flejes de las agujas y los equipos de células fotoeléctricas sufrieron también desperfectos. Al día siguiente se determinó que el epicentro se ubicó en el Mar Caribe, por lo que Vargas también sintió los efectos.
En la zona de Caracas dejó un balance de 2000 heridos y 236 muertos. Los daños materiales se calcularon en más de 10 millones de dólares.
Se cae la cruz de la Catedral
En la Catedral de Caracas, ubicada en el centro de la ciudad, se estaba oficiando una misa cuando al momento del terremoto los vitrales del templo súbitamente explotaron y los feligreses que estaban cerca se alejaron rápidamente hacia la Plaza Bolívar. En pocos segundos la centenaria Cruz Pontifical que coronaba la fachada se desplomó en caída libre hasta golpear el suelo, fragmentándose en pedazos quedando marcada su silueta en el mismo.
Quedó el registro sonoro
En los estudios Sonomatrix -ubicados en el sector de Antímano- el técnico de sonido Alejandro López, el organista Tulio Enrique León y el compositor Germán Narvaez, estaban trabajando en la grabación de una pista instrumental para un tema grabado por un coro infantil unos días antes. Al huir los tres hombres del estudio durante el movimiento sísmico los micrófonos, las consolas y los equipos de grabación de cinta magnetofónica quedaron en funcionamiento grabándose así el único sonido registrado del temblor.